
Cajasur, la histórica entidad financiera cordobesa, desaparecerá definitivamente en 2026 tras más de 30 años de trayectoria y más de una década integrada en el grupo vasco Kutxabank. Esta decisión, comunicada por la dirección de la entidad, supone la culminación del proceso de absorción iniciado en 2010, cuando Kutxabank se hizo con el control total de Cajasur tras su intervención por el Banco de España en plena crisis financiera.
A partir de 2026, la marca Cajasur dejará de estar operativa y todas las oficinas, servicios y canales digitales pasarán a operar exclusivamente bajo la denominación de Kutxabank. Desde la entidad se ha señalado que esta transición se realizará de forma gradual y planificada, garantizando la continuidad de los servicios para los clientes actuales y manteniendo la operatividad en toda Andalucía, especialmente en Córdoba, donde Cajasur ha tenido una profunda implantación histórica.

Cajasur nació en 1995 como resultado de la fusión de varias cajas de ahorro cordobesas, con una fuerte vinculación con la diócesis y un marcado perfil local. Durante décadas fue un referente financiero en la provincia, con fuerte presencia en la economía cordobesa y andaluza. Sin embargo, los efectos de la crisis de 2008 y una gestión polémica provocaron su intervención y posterior integración en Kutxabank.
Desde entonces, Cajasur ha operado como marca diferenciada dentro del grupo vasco, con autonomía limitada pero con identidad propia. En los últimos años, sin embargo, Kutxabank ha ido unificando estructuras, servicios y procesos internos, lo que ha allanado el camino para la desaparición definitiva de la marca Cajasur.
La decisión responde a una estrategia de simplificación de marcas y consolidación empresarial que Kutxabank ha venido impulsando para reforzar su competitividad en el sector bancario. Según portavoces del grupo, la unificación permitirá optimizar recursos, mejorar la eficiencia operativa y ofrecer una experiencia más homogénea a los clientes.
Aunque se ha asegurado que no habrá cierres masivos de oficinas ni despidos inmediatos, sindicatos y colectivos locales han mostrado su preocupación por el impacto que esta desaparición puede tener en el empleo y en la identidad económica de Córdoba. La pérdida de una marca tan representativa supone, para muchos, el fin simbólico de una era financiera en la ciudad.