La campaña de comercialización del aceite de oliva 2024-2025 ha cerrado con cifras inéditas: más producto vendido que producido, según los últimos datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA). Mientras las salidas al mercado alcanzaron las 1.425.823,88 toneladas, la producción oficial se sitúa en 1.419.127,66 toneladas, lo que evidencia una demanda que ha superado lo ofertado.
Este ritmo de ventas ha dejado unas existencias residuales de 290.217 toneladas, distribuidas entre productores, envasadores y el Patrimonio Comunal Olivarero. De ese volumen, 138.078 toneladas pertenecen a los productores, 149.196 toneladas a los envasadores y 2.943 toneladas al patrimonio común.
Pese a la velocidad de comercialización, el cierre no ha estado exento de tensiones: los precios en origen han bajado significativamente durante los últimos meses, generando críticas de organizaciones agrarias. Para UPA es una «oportunidad perdida» que ciertos operadores hayan impuesto estrategias de volumen con precios hundidos en origen, por debajo incluso de los costes de producción.
Desde COAG, se destaca el dato de que el enlace de cosecha —el stock que queda para conectar con la siguiente campaña— es prácticamente nulo: apenas 290.217 toneladas salvadas en todo el país, una cifra insuficiente para cubrir las necesidades del mercado sin recurrir a importaciones.
También se observa una salida mensual fuerte: en septiembre, 103.844,54 toneladas fueron despachadas desde las bodegas de los productores, aproximadamente 40.000 toneladas más que en el mismo periodo del año anterior.
De cara a la campaña 2025-2026, el sector mira con recelo la escasez de existencias, la presión competitiva y las condiciones climáticas. Aunque la comercialización ha sido intensa, el margen de maniobra se estrecha si no se cuida la rentabilidad de los productores, especialmente los de olivar tradicional.

